La Kimbanda era ( y en algunas partes sigue siendo ) una Línea más dentro de los cultos afro-brasileños cuyas influencias y sincretismos son: bantú; indígena; católico; nagó, yorubá; espiritismo moderno y corrientes orientales. De todo el crisol de culturas que llegaron al Brasil, nacieron estos tipos de cultos sincréticos, que muchos no entienden o los confunden con algunos tipos de religiones más puras y tradicionales, como lo son algunas naciones del Candomblé.
Debemos aclarar además, que debido al sincretismo entre Exu (Èsú) y el Diablo, hubo montones de confusiones e incluso hoy en día muchos piensan que la kimbanda es una especie de culto satanista. También dejaremos bien claro, que el Exu de Kimbanda, no es el Exu de Candomblé (el orixá menor de la cultura yorubá). El Exu de Kimbanda es apenas un Egun (Alma de persona que perteneció al culto) y que llega como mensajero del verdadero Eshú (Exu). Es lo mismo que ocurre con otras Líneas o Bandas dedicadas a algún Orixá, por ejemplo: en la Línea de Ogún (en Umbanda o algunas variantes de cultos sincréticos) llegan los Espíritus de Indígenas o Negros que en vida habrían sido guerreros que usaban la espada y además pertenecieron al culto, y a pesar de que sabemos que no es el Orixá yorubá Ogún, igualmente les llamamos “Ogum Beira Mar”; “Ogum 7 Espadas”; etc.
La verdadera denominación que deberíamos dar a los Espíritus de Kimbanda sería de “kimbandas”, puesto que el nombre de esta corriente proviene justamente del nombre de estos grandes hechiceros. Los kimbandas son especie de “CURANDEROS MÁGICOS” que tanto en el Africa bantú, como en Brasil durante la esclavitud, supieron hacerse notar, con sus trabajos kimbanderos, con sus trances, su modalidad de usar habanos, bebidas y además su contacto casi directo con los muertos. Dado que en muchos aspectos estos “kimbandas” tenían cierto parecido con el Èsù yoruba, a su muerte, fueron considerados sus mensajeros, según las tradiciones bantúes e indígenas, pues las dos culturas creen que el Espíritu de un chamán o hechicero regresa a la tierra a través del trance en algún otro hechicero vivo y que según sus tareas en la tierra se volvería mensajero de algún Nkisi o Encantado (energías de la naturaleza ).
Estamos tratando con Espíritus Egun-Exu (exu de kimbanda), que vivieron aproximadamente a finales del siglo XIX y principios del XX, de ahí sus vestimentas y forma de comportamiento.
Por otra parte, también debemos señalar que el Organigrama que muchos autores presentaron y aún presentan como la verdadera organización jerárquica de la Kimbanda, es tan sólo una copia textual (o plagio) de un libro antiguo de evocación diabólica de la cultura occidental, que trata sobre los “demonios” , sus jerarquías y poderes, cuyo título es "Grimorium Verum". Dado que este libro ya existía antes del descubrimiento del Brasil, y que consideramos que la Kimbanda tal cual la conocemos es una forma de culto afro-brasileño, podemos afirmar que es tan erróneo basarse en ese organigrama como basarse en la historia de los Santos católicos para estudiar el panteón yorubá.
Es así, que basados en estudios que nos han llevado la mitad de nuestra vida, pudimos al fin recopilar bastantes datos y conocimientos como para poder ofrecer al lector lo más aproximado a la organización de la Kimbanda, la que además está avalada por el inconsciente popular y muchos de los Espíritus que llegan en la misma.
Dejaremos también en claro, que Kimbanda no es sinónimo de Diablo, ni de oscuridad, ni de brujería. Es como cualquier otra expresión espiritista un modo de poder salir adelante en la vida diaria y tratar de progresar espiritualmente, teniendo a nuestro lado a los “compadres” y las “comadres” quienes con sus consejos y su “fuerza” nos dan alegría en las horas de aflicción. Sabemos que lamentablemente, algunos inescrupulosos utilizan la “magia” de la Kimbanda para la práctica del mal, pero esto es culpa del Hombre, no de las Entidades; sería como culpar al revólver por matar, cuando el culpable o benefactor (según el uso que le dé) es quien lo carga encima.
Bàbá Osvaldo Omotobàtálá