Se denomina el exorcismo al acto o proceso por el cual se intenta desalojar a espíritus diabólicos adueñados de un alma, lo que se realiza por medio de ceremonias. De acuerdo con la doctrina católica, la ceremonia debe ser realizada por un sacerdote previamente autorizado por un obispo.

El exorcismo ocupó un importante lugar en la vida de Jesús de Galilea. Su discípulo, San Marcos, relata que muchos enfermos, así como poseídos, vinieron a Jesús y fueron curados por El. También San Mateo afirma que Jesús tenia poder para expulsar los espíritus diabólicos, cumpliéndose así en El la profecías de Isaías.

En los Evangelios son muchas más las referencias que se hacen sobre esta materia. Bueno es aclarar que desde tiempos muy lejanos se acepto y creyó la teoría de la posesión del alma por espíritus diabólicos. Mecho antes de Cristo, ya se practicaba el exorcismo en Egipto, Asiría y Babilonia.

Según el rito católico, la ceremonia de expulsión debe comenzar con la Letanía de los Santos, seguida del Padre Nuestro y rezos encaminados a advertir y atemorizar al demonio. El sacerdote lee pasajes del Evangelio mientras mantiene su mano derecha sobre la cabeza del poseído e invocando el nombre de Dios, pronuncia las palabras del rito haciendo señales del signo cristiano, levantando con su mano izquierda una cruz de madera previamente bendecida, y rociando agua bendita a lo largo del cuerpo del paciente.

En el transcurso de los años, la iglesia ha tenido que intervenir en múltiples casos de posesión diabólica, siendo uno de los más famosos el de la monja Madelein de Demandolx de la Palud. Esta monja prestaba sus servicios a principios del siglo XVII en un convento de Marsella, Francia. En 1609 fue transferida a Aix en donde comenzó a sufrir frecuente convulsiones y ataques que denunciaban la diabólica posesión de que era objeto. Comenzó a tratarle el Padre exorcista Momillon, al que ella declaró que su ex confesor, en el Convento de Marsella,- padre Louis Gaufride- había sido su amante. No sólo fueron inútiles los esfuerzos del padre Momillon por libertarla del demonio que la poseía, sino que el maleficio, hizo presa de otras cinco monjas. Alarmado, el Gran inquisidor Sebastián Mochaelis, personalmente, trato de realizar la limpieza del alma de Madelein, fracasando en su intento. Fue designado entonces para ello el padre Francois Domptius a quien una de las monjas, Louise Capeau, confeso estar bajo el poder de tres demonios. Los records del caso señalan que fueron 6.666 demonios los poseedores de Madeleine.

No fue hasta 1611 que el padre Gaufride, sometido a tortura, confeso que efectivamente él había firmado un pacto con el Diablo, lo que determino su condena a morir en la hoguera inquisitorial. La sentencia fue ejecutada el 30 de abril de 1611. Actualmente, el exorcismo ha vuelto a ser tema de importancia ya que el panorama de hambre, guerras, crímenes y dislocación que presente el mundo, inquieta a laico y teólogos y les hace enfrascarse en el estudio de la demonología.
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