El miedo a lo desconocido suele ser el más injusto de los consejeros y anula la posibilidad de actuar adecuadamente. Por tal razón, cuando el médium aún no tiene claro los conceptos, es posible que en medio de una gira, su ansiedad lo lleve a cometer incorrecciones y consciente o inconscientemente fuerce esa incorporación olvidando que, un espíritu en sus primeras manifestaciones es como un bebe dando los primeros pasos. Si ya decidiera saludar, beber, hablar etc., no nos cabe mas que pensar que es la materia la que está sicopateando.
Son entonces las sesiones de desarrollo, las que posibilitan al alumno a recibir correctamente esa manifestación energética. En ellas, se prepara a la persona que integra una corriente mediumnica a perder miedos y vanidades. Son las cualidades morales del médium las que alejan a los espíritus obsesores. Fingir o teatralizar hace que el verdadero ser de luz atrase su llegada. Y es plausible, que la verdadera corriente energética que el médium desestimó al dejar volar su fantasía, entre en rebeldía contra la materia haciéndolo trastabillar o caer, como un modo de expresar que esa persona debe ser mejor adoctrinada.
Cuando se dan estas situaciones, es obligación del ministro religioso, enseñar, tanto al médium a controlar su ansiedad, como a ese espíritu, a adaptarse a la materia que haya elegido para comunicarse con la tierra, mientras juntos van creciendo y desarrollando su potencial, para cumplir con la misión que a cada uno le compete.