ABORU ABOYÉ ABOSISÉ!!

CON SU PERMISO OLUWO IFABIYI, ME GUSTARÍA SUBIR UN ESCRITO; PARACONCER
SUS OPINIONES AL RESPECTO.
MUCHAS GRACIAS!
ALÀÁFIA!!
IYA LAURA GAZTELU IFALABAKE AWORENI


"Quién soy?, qué debo hacer?, porqué aunque hago las cosas bien

siempresucede algo mal?, porqué me aburro fácilmente y nunca termino

lo queemprendo?"
-Para responder cada una de estas preguntas y otras afines a ellas, es

que muchas veces los responsables, maestros, guías, sacerdotes de las

distintas variantes espirituales aconsejamos y aportamos respuestas y

terapéuticas diversas que dan una cuota de verdad y esperanza.

Pero no siempre comprendidas e inclusive muchas veces poco creídas.

Por ello, reflexionando, es que hoy propongo una acción basada en el

autodescubrimiento y desarrollo personal que nos llevará más allá de

los condicionamientos de la vida cotidiana, recuperando así la

alegría, paz y plenitud que nos otorgara la felicidad.

Nótese que hablo de despojarnos de los condicionamientos que cada uno

desde nuestro lugar traemos; algo así como dejar a un costado todo lo

aprendido, para comenzar de nuevo, por unos momentos, con tan solo

este ejercicio.

Pero antes déjenme repasar la idea básica de ser seres de materia

transitoria, con energía permanente y esto es fácilmente notable si

comprendemos que tenemos un cuerpo y a su vez con tan solo

concentrarnos, poniendo nuestras manos enfrentadas, pero sin tocarlas

entre sí hacemos pequeños y lentos movimientos en círculo y luego

alejando y acercándolas; así podemos sentir una vibración que se

genera entre las mismas, este es un simple ejercicio pero que nos

muestra a los fines prácticos.

Esta energía es personal y está compuesta a mí entender de cuatro

aspectos particulares, a saber: la herencia familiar, la

ancestralidad, genética, los caracteres de nuestro propio linaje, etc…

a su vez llamado EGÚNGÚN; el carácter, la personalidad, las

características de temperamento, el sello natural de la persona, etc…

ÒRÌSÀ ALAGBATORÍ; el movimiento, la fuerza, la acción, el deseo de

emprender o continuar, etc… ESÚ; el absolutismo, el sentimiento madre,

las emociones primarias, la sensibilidad suprema, la energía

potenciada, ELÁ- OLODUMARE- DIOS.

Desde luego que la esencia divina de Dios, como así también lo

ancestral que poseemos no tiene discusión, pues ya está impreso en

nosotros. Aunque sí debemos encontrarlo y reconocerlo para lograr

expandirlo en nosotros mismos y al afuera.

La personalidad y el movimiento son quizá, las generadoras de los

conflictos de conexión o desconexión de lo antes mencionado. Y es allí

donde más debemos trabajar para lograr despojarnos de antiguos

preconceptos; basados en una búsqueda del contacto con nuestra propia

dimensión interna que dará respuesta religando las cuatro energías en

equilibrio de la esencia total.



Si entramos netamente en el trabajo personal, pienso que la forma de

lograr una mejor visión de nuestra compleja esencia, es ante todo

descubrirnos como parte de un total en la naturaleza y el mundo mismo;

y para ello nada mejor que contemplar por unos momentos, la inmensidad

desde cualquier espacio natural, un paisaje, e incluso el cielo

estrellado por las noches aún desde una terraza. Así lograremos viajar

rápidamente a nuestro lugar como pequeña parte del total.

Si logramos comprender esto, prontamente nos llevará a entender que

por tal motivo como eslabón de tan maravillosa escena somos tan solo

una pieza, pero sumamente importante a los fines de su totalidad.



Tan importante como para lograr descubrir nuestra función en este

ciclo.

Nuestra función, que está encuadrada en el marco de nuestra propia

esencia, es decir, de acuerdo a lo ya mencionado como, energía

personal; será la encargada de mostrarnos nuestro destino, como

evolución personal y total; precisamente de la energía sutil de la

naturaleza.

Al fin, que si nos vemos como parte del total, podemos comprender

nuestra función en el todo expandiendo nuestra propia energía y

religándola al absoluto.





La función personal, también se encuentra, como dije, en nuestro ser

interior, que a menudo se muestra como revelación a través de nuestro

propio espíritu manifestado. Y es así que los rituales religiosos, nos

dirigen, a través de Òrúnmílá; por un mágico camino hacia ese

encuentro.

Ifá nos conduce hacia las respuestas internas, dando armonía,

equilibrio, contención y ligación hacia nuestro propio interior; en

todos sus aspectos, en todos sus tiempos, en todas sus

manifestaciones.

Conociendo de este modo la dimensión que sostiene la existencia,

dándonos contacto con nuestra propia identidad como seres

espirituales, con el paso por la vida material.



Suelo pensar que nuestra función o destino, no siempre están

equiparadas con grandes obras a la humanidad, pues ser un eslabón

implica todo tipo de tareas desde el origen hacia su trascendencia.

Es así que mi mágica función puede finalmente ser la enorme tarea de

ser madre, fundamental en la esencia de mi hija psicóloga que tiene en

sus manos la responsabilidad de ayudar y contener a otros a su vez,

por ejemplo.

Para ello, desde el lugar que tengamos, es importante prepararnos como

para cumplir sublimemente nuestra tarea, por pequeña que parezca;

pensando que cada paso puede ser decisivo; para nosotros o para el

resto.

“Aprende como si fueras a vivir siempre y vive como si fueras a morir

mañana”

Disfrutando a cada instante e internándonos en las inquietudes

fundamentales que nos da la profundidad de una simple hoja al caer del

árbol.

Eso es la belleza, eso es lo primordial, lo manifestado; allí están

las respuestas y también el trabajo vivencial lejos de nuestra

personalidad condicionada.



En este difícil, aunque bello camino hacia la verdad, recorremos

distintas instancias entre lo bueno y lo malo, lo positivo y lo

negativo, las bendiciones y los obstáculos; adquiriendo un caudal de

experiencia con hermosos recuerdos y amargos sinsabores que

reorganizan permanentemente nuestro aprendizaje dándonos una sabiduría

de la práctica cotidiana.

La experiencia pluraliza los conceptos, ensancha las mentes que hacen

sabios, agrandan la sensibilidad de los espíritus, permite la

permeabilidad de las emociones.

Volviendo maestros a nuestros mayores aún sin buscarlo, aún sin

pretenderlo.

Es por ello, que son ellos mismos, los mayores, quienes permiten la

desfachatez de nuestros impulsos, esperando con sabia paciencia el

tiempo de reflexión de nuestros corazones. Escuchando nuestras voces

aceleradas y contradictorias en ocasiones, y hasta aprendiendo

nuevamente de ello.

“Escuchar, observar y callar”…. Es un buen aprendizaje de nuestros

mayores, valioso para tener en cuenta y no perder de vista en este

nuevo camino hacia lo trascendental.



Es así que un día, como el de hoy; algo resuena en nuestro interior;

una palabra, un sentir, una emoción…. Algo nos dice que encontramos

una puerta en dirección al encuentro.

Y como la familia que se encuentra luego de un largo viaje; con

anécdotas, relatos, imágenes, nostalgias; tal como si apenas fuera

ayer desde nuestra partida hacia este largo y estrepitoso viaje. Así

como el niño se abraza a su madre luego de un día en su jardín de

infantes, así como el joven dirige su mirada al padre en ocasión de su

graduación, así como la mujer aprieta su mano en la del hombre al

parir su hijo. Tal como el amigo sostiene su vaso en el brindis del

encuentro.

Así mismo y mucho más aún se siente en cuerpo y alma la dicha de haber

llegado a la etapa de conocernos. De encontrarnos con el resto, de

sentirnos parte, de agradecer a quienes nos impulsaron e incluso a

quienes nos ignoraron; pues eso mismo es el todo. Y a ese todo

pertenecemos.

A partir de aquí solo nos resta continuar, avanzar, crecer, aprender,

madurar… disfrutar; porque eso es vivir en plenitud.