Por Ifashade
El concepto de Orí no fomenta el fatalismo, esto es, el estado de la mente que acepta la inalterabilidad de un destino… Esto es así porque la elección de un buen Orí no es necesariamente pasaporte a la prosperidad. El hombre necesita un buen carácter (iwa) y trabajo duro para tener prosperidad. El hombre que ha escogido u mal Orí puede aliviar su desgracia mediante el sacrificio a su Orí… Además, este concepto ayuda a racionalizar acontecimientos o desgracias, de otra forma incomprensibles, en los que la responsabilidad se cambia en una pre-existencia que no puede atribuirse a la persona desgraciada.

Además del concepto de Orí, el ‘ese-Ifá’ habla de fuerzas benévolas y malévolas que pueblan el universo... En el centro de estas fuerzas, que están enzarzadas en una perpetua batalla moral y espiritual, está el ser humano. Las fuerzas benévolas son los Orisa (divinidades) alineadas frente a las malévolas como Ajé (brujas) y las implacablemente malignas como Arún (enfermedad), Ofo (pérdida) e Iku (muerte)… Esu es la única deidad que intercede entre el hombre y cualesquiera sean las fuerzas que por casualidad estén en lucha con él en el tiempo material. Pues para estar en paz con estas fuerzas del universo, consigo mismo e incluso con sus semejantes, el hombre ha de ofrecer sacrificios.

Cuál es entonces el lugar del ser humano en el universo como se concibe en el ese de Ifá..? Es él nada más que un juguete en manos del destino inalterable y de las siempre exigentes fuerzas del universo..? Por otra parte, el ser humano que tiene un mal Orí puede ofrecer sacrificios para aliviar, pero no necesariamente para mejorar, o cambiar, su suerte… Y, para vivir en armonía con las fuerzas del universo, consigo mismo y con sus semejantes, él ha de obedecer las prescripciones de Ifá, ofreciéndole sacrificios.

Así parece que la única cosa o cualidad con la que el hombre está dotado y de la que él puede hacer libre uso es de su voluntad… Tiene la voluntad de decidir si ofrecer o no los sacrificios prescritos y así enfrentarse a las consecuencias… Por otro lado, si proseguimos con el asunto de la voluntad, el hombre puede emplear su voluntad para lograr lo que desea. Esta posibilidad es más patente cuando llegamos al campo de ofo o ayajo (conjuros) pues el hombre utiliza su conocimiento de las fuerzas primordiales del universo para conseguir sus deseos… Y hay momentos del empleo de la voluntad de esta manera en el ese Ifá. Por ejemplo, cuando a Orunmila le dice su babalawo que la enfermedad que le ha atacado el año anterior va a atacarle de nuevo, él reacciona así:

<< Orunmila dice si ejo (la enfermedad) ha de llegar, dejadla venir.
Ifa dice que la enfermedad del año pasado no puede atacarle.
La tormenta no sopla ni trae un mortero:
Ifa dice que la enfermedad del año pasado no puede matarle.
La tormenta no sopla ni porta una muela:
Orunmila dice que la enfermedad del año pasado no puede atacarle
La muerte no puede venir
Esta vez,
La muerte no puede venir>>.

<<Orunmila ni bo ba le de, ko de
Ifa larun esin o le soun
Iji kii ja ko gbodo
Ifa larun esin o le poun
Iji kii ja ko gbolo
Orunmila ni arun esin o le soun
Iku waa pin
Nigba yi o,
Iku pin>>

El Orí de cada hombre determina sus fortunas e intercede por él ante las divinidades, pues nada bueno puede sucederle a ningún hombre sin que su Orí lo permita… Incluso, cuando las numerosas divinidades llegan tarde a ayudar, el Orí de una persona lo acompaña para enfrentarse a los pros y los contras de la vida… Esto está contenido en un ese Ifá que expresa:

<<Orí, yo te saludo,
A tí, que siempre recuerdas a tus devotos,
Tú que das bendiciones a tus devotos
más deprisa que otros dioses,
Ningún dios bendice a un hombre
Sin el consentimiento de su Orí>>

<< Orí pele
Atete niran,
Atete gbeni koosa
Ko soosa ti i danii gbe
Leyin ori eni>>

Se cree que cada hombre viene al mundo con su propio destino personal, el que ha obtenido arrodillándose en el cielo ante Olódùmarè, El Creador… por eso los Yorubas dicen:

<<Que lo que se escoge de rodillas en el cielo
es lo que experimenta al llegar al mundo;
Nosotros nos arrodillamos y escogimos nuestro destino,
Al llegar al mundo, todos se impacientan>>.

<<Àkúnlèyan ni àdáyébá;
A kúnlè a yànpín,
A délé ayé tán, ojú n kán gbogbo wa>>

Es este destino el que determina el éxito o fracaso de un ser humano en la vida... Los Yoruba, sin embargo, parecen ser ambivalentes acerca de la naturaleza del destino, concretamente sobre su inalterabilidad o no, como en el dicho:

<<Que lo que está pegado a uno (destino) no puede rectificarse con medicina>>.,

<<Àyànmó ò gbóògùn>>

Hay muchos otros ‘eses-Ifa’ que declaran que puede alterarse, rectificarse o estropearse ese destino por otras fuerzas, como en este otro ‘ese-Ifà’:

<< No me telepatices como hiciste agbe (turaco azul),
Para que agbe se convirtiese en el de color añil de la selva;
No me telepatices como hiciste àlùkò.
Para que àlùkò se convirtiese en el de color del iyerosun del monte;
No me telepatices como hiciste òbùró,
Para que òbùró se convirtiese en el balbuceante vagabundo de las arboledas>>.

<<E má pè mi n’ipe e p’agbe,
K’ágbe o tó’d’aláró igbó;
E má pè mi nipè e p’àlùkò,
K’álùkò o tó ‘d’olósùn egàn;
E má pè mi n’ipè e p’òbùro,
K’óbùró o tó ‘d’alàwí-rìn eiye ninu oko>>.

Los Yorubas creen que el hombre olvida su parte predestinada cuando nace, pero que Òrúnmìlà, la divinidad que controla la adivinación Ifá, está presente cuando un hombre recibe ese destino, pues Òrúnmìlà es Elérìì-ìpín el testigo del destino… La divinidad, por tanto, conoce todo acerca del destino del hombre y puede proporcionar información sobre él… Él es omnisciente y sabio, y puede alterar el día de la muerte de un hombre… Esto explica sus títulos, Òkítíbìrí apajó-ikú-dà (el gran cambiador, el que altera el día de la muerte)…

Los Yoruba -por lo tanto- le consultan siempre que están a punto de emprender cualquier empresa, un viaje, negocio, matrimonio, etc. Porque creen que él puede predecir a través de su sacerdote –el babaláwo- lo que va a suceder, y prescribir remedios contra cualquier eventualidad… Es esta curiosidad de conocer su destino, lo que lleva a los Yoruba al babaláwo que les revela las palabras de Òrúnmìlà. Estas palabras se creen porque se toman como si viniesen de la divinidad misma y, por tanto, son sagradas.
Foto: PALABRA DE IFÀ… ‘SOLO ORUNMILA PUEDE ALTERAR EL DÍA DE LA MUERTE EN EL SER HUMANO’… El concepto de Orí no fomenta el fatalismo, esto es, el estado de la mente que acepta la inalterabilidad de un destino… Esto es así porque la elección de un buen Orí no es necesariamente pasaporte a la prosperidad. El hombre necesita un buen carácter (iwa) y trabajo duro para tener prosperidad. El hombre que ha escogido u mal Orí puede aliviar su desgracia mediante el sacrificio a su Orí… Además, este concepto ayuda a racionalizar acontecimientos o desgracias, de otra forma incomprensibles, en los que la responsabilidad se cambia en una pre-existencia que no puede atribuirse a la persona desgraciada. Además del concepto de Orí, el ‘ese-Ifá’ habla de fuerzas benévolas y malévolas que pueblan el universo... En el centro de estas fuerzas, que están enzarzadas en una perpetua batalla moral y espiritual, está el ser humano. Las fuerzas benévolas son los Orisa (divinidades) alineadas frente a las malévolas como Ajé (brujas) y las implacablemente malignas como Arún (enfermedad), Ofo (pérdida) e Iku (muerte)… Esu es la única deidad que intercede entre el hombre y cualesquiera sean las fuerzas que por casualidad estén en lucha con él en el tiempo material. Pues para estar en paz con estas fuerzas del universo, consigo mismo e incluso con sus semejantes, el hombre ha de ofrecer sacrificios. Cuál es entonces el lugar del ser humano en el universo como se concibe en el ese de Ifá..? Es él nada más que un juguete en manos del destino inalterable y de las siempre exigentes fuerzas del universo..? Por otra parte, el ser humano que tiene un mal Orí puede ofrecer sacrificios para aliviar, pero no necesariamente para mejorar, o cambiar, su suerte… Y, para vivir en armonía con las fuerzas del universo, consigo mismo y con sus semejantes, él ha de obedecer las prescripciones de Ifá, ofreciéndole sacrificios. Así parece que la única cosa o cualidad con la que el hombre está dotado y de la que él puede hacer libre uso es de su voluntad… Tiene la voluntad de decidir si ofrecer o no los sacrificios prescritos y así enfrentarse a las consecuencias… Por otro lado, si proseguimos con el asunto de la voluntad, el hombre puede emplear su voluntad para lograr lo que desea. Esta posibilidad es más patente cuando llegamos al campo de ofo o ayajo (conjuros) pues el hombre utiliza su conocimiento de las fuerzas primordiales del universo para conseguir sus deseos… Y hay momentos del empleo de la voluntad de esta manera en el ese Ifá. Por ejemplo, cuando a Orunmila le dice su babalawo que la enfermedad que le ha atacado el año anterior va a atacarle de nuevo, él reacciona así: << Orunmila dice si ejo (la enfermedad) ha de llegar, dejadla venir. Ifa dice que la enfermedad del año pasado no puede atacarle. La tormenta no sopla ni trae un mortero: Ifa dice que la enfermedad del año pasado no puede matarle. La tormenta no sopla ni porta una muela: Orunmila dice que la enfermedad del año pasado no puede atacarle La muerte no puede venir Esta vez, La muerte no puede venir>>. <<Orunmila ni bo ba le de, ko de Ifa larun esin o le soun Iji kii ja ko gbodo Ifa larun esin o le poun Iji kii ja ko gbolo Orunmila ni arun esin o le soun Iku waa pin Nigba yi o, Iku pin>> El Orí de cada hombre determina sus fortunas e intercede por él ante las divinidades, pues nada bueno puede sucederle a ningún hombre sin que su Orí lo permita… Incluso, cuando las numerosas divinidades llegan tarde a ayudar, el Orí de una persona lo acompaña para enfrentarse a los pros y los contras de la vida… Esto está contenido en un ese Ifá que expresa: <<Orí, yo te saludo, A tí, que siempre recuerdas a tus devotos, Tú que das bendiciones a tus devotos más deprisa que otros dioses, Ningún dios bendice a un hombre Sin el consentimiento de su Orí>> << Orí pele Atete niran, Atete gbeni koosa Ko soosa ti i danii gbe Leyin ori eni>> Se cree que cada hombre viene al mundo con su propio destino personal, el que ha obtenido arrodillándose en el cielo ante Olódùmarè, El Creador… por eso los Yorubas dicen: <<Que lo que se escoge de rodillas en el cielo es lo que experimenta al llegar al mundo; Nosotros nos arrodillamos y escogimos nuestro destino, Al llegar al mundo, todos se impacientan>>. <<Àkúnlèyan ni àdáyébá; A kúnlè a yànpín, A délé ayé tán, ojú n kán gbogbo wa>> Es este destino el que determina el éxito o fracaso de un ser humano en la vida... Los Yoruba, sin embargo, parecen ser ambivalentes acerca de la naturaleza del destino, concretamente sobre su inalterabilidad o no, como en el dicho: <<Que lo que está pegado a uno (destino) no puede rectificarse con medicina>>., <<Àyànmó ò gbóògùn>> Hay muchos otros ‘eses-Ifa’ que declaran que puede alterarse, rectificarse o estropearse ese destino por otras fuerzas, como en este otro ‘ese-Ifà’: << No me telepatices como hiciste agbe (turaco azul), Para que agbe se convirtiese en el de color añil de la selva; No me telepatices como hiciste àlùkò. Para que àlùkò se convirtiese en el de color del iyerosun del monte; No me telepatices como hiciste òbùró, Para que òbùró se convirtiese en el balbuceante vagabundo de las arboledas>>. <<E má pè mi n’ipe e p’agbe, K’ágbe o tó’d’aláró igbó; E má pè mi nipè e p’àlùkò, K’álùkò o tó ‘d’olósùn egàn; E má pè mi n’ipè e p’òbùro, K’óbùró o tó ‘d’alàwí-rìn eiye ninu oko>>. Los Yorubas creen que el hombre olvida su parte predestinada cuando nace, pero que Òrúnmìlà, la divinidad que controla la adivinación Ifá, está presente cuando un hombre recibe ese destino, pues Òrúnmìlà es Elérìì-ìpín el testigo del destino… La divinidad, por tanto, conoce todo acerca del destino del hombre y puede proporcionar información sobre él… Él es omnisciente y sabio, y puede alterar el día de la muerte de un hombre… Esto explica sus títulos, Òkítíbìrí apajó-ikú-dà (el gran cambiador, el que altera el día de la muerte)… Los Yoruba -por lo tanto- le consultan siempre que están a punto de emprender cualquier empresa, un viaje, negocio, matrimonio, etc. Porque creen que él puede predecir a través de su sacerdote –el babaláwo- lo que va a suceder, y prescribir remedios contra cualquier eventualidad… Es esta curiosidad de conocer su destino, lo que lleva a los Yoruba al babaláwo que les revela las palabras de Òrúnmìlà. Estas palabras se creen porque se toman como si viniesen de la divinidad misma y, por tanto, son sagradas