TAMBORES MAL HABIDOS

Las dudas constantes y comunes, que suelen tener muchos iniciados en religión de corte africanista, candomblé, umbanda, batuque, etc; principalmente, aquellos que llegan por amor al Orissa, pero que no tuvieron la oportunidad o la cautela de analizar y previamente conocer el lugar de culto, en el sentido social y cultural, sin tomarse el tiempo de observar para ello, a quienes componen el grupo humano, así como también ver detenidamente cual es el funcionamiento de las cosas en dicho ambiente.La falta de orientación adecuada, por parte de las autoridades del templo, acerca de la conducta a conservar estrictamente, suele generar varios problemas en las casas de santo, primero, entre las personas mismas, y más tarde, indefectiblemente, la casa también sufre las consecuencias. Y si resistiese de una u otra forma dichas calamidades, habrá, indefectiblemente, de provocar variantes en la rutina y forma de la estructura, perdiendo lo que el fundamento religioso manda, y distorsionándose hacia una estructura netamente social, a la que le quedarán pocos visos de religiosidad. Corrupción, deteriro y pérdida de energía.Es imprescindible que cada terreiro posea un equipo de personas preparadas para detectar y solucionar los problemas infalibles de relacionamiento humano. Así, los zeladores se podrían abocar a su función religiosa para con cada uno de los iniciados, de una manera más diáfana y puntual. Con orden y sin innecesarios sobresaltos. Ello conlleva a suponer un ilé correctamente administrado, hecho que se reflejará en la vida personal de cada uno, llegando correctamente a la superación, los logros y el éxito general y particular, en la vida terrena.La carencia de esos valores, llevan siempre a la confusión, y el descuido, llegando a distorsionar la función religiosa valedera de cada templo.En el templo se está para cuidar de nuestro orixá!, para aprender más sobre la cultura que envuelve dicha intención de fe! Para aprender sobre ello y, quien sabe, un día, poder enseñar u orientar a los más nuevos.Muchas son las cosas y elementos que debe estar dispuesto a enseñar un zelador, un pai de santo, un cacique, un babá. Y de su disposición a enseñar, dependerá la buena marcha en líneas generales de la vida del templo.Si el iniciado aprende las bases de comportamiento social acorde a las reglas de la casa, las acepta, y sigue adelante, pues sus sacerdotes estarán en una situación diáfana para transmitir su conocimiento. Caso contrario, veremos continuamente cada vez más, a sacerdotes que optan por callar, no aportar la doctrina correctamente, tolerar o, en el peor de los casos, expulsar.Y, lamentablemente, a medida que pasa el tiempo y los tiempos van cambiando, en la medida que la sociedad humana va evolucionando en el mundo, notamos que vamos perdiendo el hábito de observar, callar para escuchar correctamente, cayendo en una falta de humildad que es precisamente una de las fuentes de nuestra fe, cayendo en la soberbia y el disparate, que también nuestra fe desde su doctrina nos alerta de dichos peligros, y cayendo, en fin, en un deterioro que algunos ilusos confunden con una forma evolutiva dentro del cambio.Así, llegamos a ver distorsiones que no tienen justificativo y que son repulsivas y nocivas a nuestra forma de fe. Por ejemplo, en la música rítmica y rezas correspondientes, oraciones y cánticos, a cada día aparecen grupos alternativos de supuestos iniciados y hasta supuestos jerarcas de la religión, promocionando variantes en las que los ritmos religiosos pasan a mezclarse con la música popular y laica.De allí, a un “engrandecimiento orgulloso” del “logro”, hay un pequeño paso, que los conduce a la perdición de la fe en su sentido de siempre.Tanto así, que luego llegan los disparates en variadas formas y maneras. Van de “tamboreros” hasta trascendiendo fronteras, “cobrando sus axés de tambor” para luego criticar inoportunamente los lugares visitados, donde exponen sus ritmos deteriorados y fallidos, irrespetuosos a la fe, lugares donde son recibidos mediáticamente, donde comen y “cobran” , para luego, de regreso a sus lares, además, criticar lo visto y conocido en sus visitas “tecnificadas”.-

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